TERAPIA VIBRACIONAL






Después del Big Bang, el Universo es vibración. La materia, átomos, moléculas y toda clase de sustancias adecuan su vibración cuando se les aplica energía. Nosotros no la vemos pero sí observamos sus efectos a través de las clases de vibraciones. De esta forma se transfiere energía de una sustancia a otra. Todo cuerpo lo contiene, desde el corpúsculo hasta el astro: todos están en vibración constante. La vibración de todo cuerpo puede ser captada y en especial la humana, la de las plantas, piedras y animales. El campo electromagnético que rodea a cada ser está compuesto por numerosas líneas de fuerzas, que crecen y decrecen, emitiendo y recibiendo ondas de todo lo que existe.
La vibración es un movimiento rápido de pequeña amplitud alrededor de una posición de equilibrio. La cantidad de vibraciones en un segundo son la frecuencia. Los ciclos naturales son pulsaciones de ondas rítmicas que se manifiestan con una frecuencia regular, como por ejemplo, las estaciones del año, las fases lunares, las pulsaciones del corazón, los ciclos de fertilidad y gestación humana. Si seguimos encontramos que nuestras vidas son una frecuencia en constante dinámica cíclica.
Según filosofías milenarias y la creciente medicina cuántica, cada célula y cada órgano de nuestro cuerpo vibran continuamente a determinada frecuencia. Así cuando un órgano está sano, está vibrando en armonía con el resto del cuerpo. Nos encontramos ante un universo fractal y holográfico vibrante. Desde esta perspectiva holística podemos entender al ser humano como lo hacen las escuelas místicas tradicionales: un todo cuyas partes están ligadas entre sí y a su vez relacionadas con el Universo, permitiendo ampliar los conceptos de salud para verla no sólo como el equilibrio de los procesos físicos, eléctricos y químicos interdependientes, sino como un resultado de la interacción de pensamientos y emociones que influyen directamente sobre estos factores, unidos al medio ambiente. A nivel neurológico también es importante señalar que toda idea se nutre de energía y genera frecuencias. El sistema endocrino y las glándulas que lo componen nos ofrecen la llave del plano psicosomático, pues está minuciosamente unido al cerebro y al sistema nervioso. Es la unión de cuerpo y mente, una fascinante red compuesta por glándulas que secretan hormonas, mensajeros bioquímicos que r egulan cada función en el cuerpo. Algunas culturas de Asia e India consideran que estos plexos corporales y glándulas son centros energéticos vibracionales, en los que confluyen cuerpo y mente. Se denominan Chakras, término que significa rueda y proviene del sánscrito. Estos centros son la base de muchas técnicas y filosofías orientales, por ejemplo el yoga. La acupuntura también trabaja con la misma filosofía y el Qi Gong, incluso en la cultura egipcia se tenían en cuenta. Vemos manifestaciones de ellos en todas las culturas, por ejemplo la representación del halo de luz en la cabeza de Cristo, Mahoma, Buda, entre otros. En el esquema de trabajo profundizaremos en los chakras, pues su estructura, de siete colores, como en la descomposición de la luz blanca, además de su correspondencia con diferentes frecuencias, nos servirá como matriz del trabajo.
Continuemos entonces. Las culturas orientales, tales como la acupuntura, el yoga, el tai chi.... poseen una concepción integral del ser humano, yendo a la raíz de los males del cuerpo. La enfermedad no se trata desde un punto mecanicista y reduccionista, sino que estas culturas tienen asimilada, y muy trabajada, la concepción del mundo tal y como nos lo plantea la física moderna. El cuepo es considerado como un todo relacionado y trabaja en los desequilibrios del chi/prana, que fluye por los canales utlizados en acupuntura. Considera el cuerpo como una unidad trabaja con las zonas reflejas , que siguen formas fractales y tienen una estructura holográfica, en la que cada célula está comunicada simultáneamente con las demás. Tal y como lo hace el resto de la materia.

Desde la doctrina terapéutica oriental se compara el cuerpo humano con un instrumento musical que a veces se desafina, pero en su estado sano es armónico. Cuando hay un desequilibro se dirigen ondas sonoras de alta frecuencia a la zona afectada, con lo que restituyen la vibración armónica del organismo. Durante los procesos meditativos, con o sin música, ya se experimentan elevaciones de la frecuencia corporal, pues el universo en sí vibra.
Pitágoras ya intuía:
Cada cuerpo celeste, cada átomo produce un sonido particular debido a su movimiento, ritmo o vibración. Es más, todos esos sonidos y vibraciones componen una armonía universal en la que cada elemento, sin perder su propia función y carácter, contribuye a la totalidad.
También sabemos hoy- por el principio de resonancia- que es posible modificar estas frecuencias alteradas a través de la transmisión de otras frecuencias. Y eso es lo que convierte al sonido en un proceso terapéutico. Por ejemplo los cuencos tibetanos, ajustan la vibración de la persona a su frecuencia.
Al revitalizar cada capa progresiva en octavas de frecuencia siempre crecientes y con ello el cuerpo físico, podemos provocar el desarrollo de distintos aspectos de la autoconciencia, pues cada centro energético o chakra está relacionado con una frecuencia y con funciones psicológicas y fisiológicas. Además de ser metabolizadores de la energía, nos proporcionan información sobre el mundo que nos rodea. Dado que cada chakra está relacionado con una función psicológica específica, lo que proyectamos a través de cada uno de ellos será algo muy personal, ya que la experiencia vital de cada persona es única y es muy posible que al ser estimulada se produzca de forma sinestésica..
En cuanto a teoría teatral me remito al texto El teatro y su doble de Antonin Artaud, escrito en 1938, el cual me parece una obra de arte. Al leerlo me pareció cómo si ésas también fueran mis palabras. A lo largo de las siguientes páginas encontrarán citas del mismo marcadas con un asterisco*. Lo que se pretende desde la perspectiva teatral de este texto es hacer eco en los organismos, apelando al espectador mediante los gestos y las formas. Nuestra obra tratará de agitar la células, desde la memoria primigenia, el instinto, pasando por el intelecto, hasta llegar a la intuición. Será una traducción escénica de la realidad y la vida que proyectamos desde diferentes culturas.

















HAY UN DIÁLOGO ENTRE EL HOMBRE Y LA PARTÍCULA.
TAL VEZ SEA ÉSTE „EL SECRETO DEL VIEJO“,
TAL COMO DIJO EINSTEIN.

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